MIGUEL DE CERVANTES
1º BACHILLERATO
Comenzamos la andadura por caminos cervantinos donde seguiremos las andanzas de don Quijote y Sancho.
Os proponemos que vayáis colgando las citas seleccionadas de cada capítulo siguiendo el orden cronológico de la historia. Recuerda que debes indicar el capítulo, la cita textual y tu comentario.
Con este interesante vídeo podrás conocer muchos datos y enigmas en torno a la vida obra de nuestro escritor más universal.
OBRA: con este esquema podrás repasar todas las obras del autor.
BIOGRAFÍA: Adjuntamos la información sobre la vida de Cervantes. Comprueba si eres capaz de responder las preguntas del cuestionario consultando los datos.
OBRA: con este esquema podrás repasar todas las obras del autor.
BIOGRAFÍA: Adjuntamos la información sobre la vida de Cervantes. Comprueba si eres capaz de responder las preguntas del cuestionario consultando los datos.
Cervantes
es un escritor entre dos mundos. Su creación literaria, aparecida entre 1585 y
1616, es síntesis y cristalización del Humanismo y la cultura renacentista y, a
la vez, reflejo del desencanto y la preocupación del espíritu barroco. Unida a
la experiencia vital, su obra es fruto del contacto personal con el mundo en un
periodo histórico en el que el vigor del imperio español empieza a declinar.
Miguel
de Cervantes (1547-1616) conoció la historia de España a lo largo de tres
reinados: nació en los últimos años del reinado de Carlos I; fue testigo
directo de la grandeza imperial con Felipe II; y supo ver la decadencia que se
avecinaba en tiempos de Felipe III. Su vida, llena de enigmas y peligros,
transcurrió, pues, a caballo entre dos siglos, cruciales en la historia y en la
cultura española.
Poco sabemos con absoluta certeza de la vida del más
universal de nuestros escritores, pero lo que se sabe, sin duda, es fascinante.
Os he preparado una biografía del autor, extraída de la biografía que preparó
Jean Canavaggio y que podéis leer en http://www.cervantesvirtual.com
Una vida familiar precaria
El
autor de El Quijote nació en Alcalá
de Henares en 1547, hijo de Leonor de Cortinas y de Rodrigo de Cervantes,
médico cirujano. Debido a que su padre debía buscar plazas en las que obtener mejores
beneficios para alimentar a sus siete hijos, pasó Cervantes su infancia y su
primera juventud en distintas ciudades: Valladolid, Córdoba, Sevilla, Madrid…
Ha habido alguna
controversia respecto a la ascendencia conversa de Cervantes, debido a que nunca
pudo probar su limpieza de sangre. En todo caso, el que el símbolo mismo del
genio universal de España fuese un hombre obligado a callar sus orígenes,
quizás ilumine tal o cual aspecto de su universo mental, pero nunca nos
entregará la clave de su creación.
Sin carrera universitaria
De
sus veinte primeros años de vida y, más especialmente, de su formación
académica, no se sabe nada seguro. Tampoco se puede asegurar que compartiera
las estancias sucesivas de su padre, primero en Córdoba y luego en Sevilla.
En
cambio, se encuentra instalado con su familia en Madrid en 1566, en un momento
en que Felipe II acaba de establecer allí su Corte.
Tres años después, Cervantes inicia su carrera de
escritor con cuatro composiciones poéticas incluidas por su maestro, el
humanista Juan López de Hoyos, rector del Estudio de la Villa, en la Relación oficial que se publica con motivo de
la muerte de la reina Isabel de Valois. En ella el editor le llama “caro y
amado discípulo”, sin que esta breve mención nos permita apreciar el grado de
estudios alcanzado por un muchacho que no llegó a matricularse en ninguna
Universidad, recibiendo, en el siglo XVIII, el calificativo, a todas luces
inexacto, de “ingenio lego”.
Precipitada y misteriosa huida a Italia
En
1569 Cervantes se va a Roma: partida repentina, ocasionada tal vez, si hemos de
dar fe a una provisión real encontrada en el siglo XIX en el Archivo de
Simancas, por un duelo en el que resultó herido Antonio de Sigura, un maestro
de obras que pasaría más tarde a ocupar el cargo de intendente de las
construcciones reales.
A juzgar por el contenido del documento, el culpable —
un tal Miguel de Cervantes, estudiante — había huido a Sevilla y era condenado
en rebeldía a que le cortaran públicamente la mano derecha y a ser desterrado
del reino por diez años. Fuese o no autor de esa herida, Miguel pasa unos meses
en Roma, al servicio del joven cardenal Acquaviva, como se infiere en la
dedicatoria a Ascanio Colonna en La Galatea:
“Juntando
a esto el efecto de reverencia que hacían en mi ánimo las cosas que, como en
profecía, oí muchas veces decir de V. S. Ilustrísima al cardenal de Acquaviva,
siendo yo su camarero en Roma […].”
La
influencia de la Italia renacentista es clara tanto en algunos géneros que
recrea (las Novelas Ejemplares, por ejemplo) como en la admiración que
manifiestan los personajes de algunas de sus obras por este
país. Cervantes guarda especial buen recuerdo de su estancia en Nápoles,
donde, al parecer, se introdujo en varios círculos literarios.
“Contentóle
Florencia en extremo, así por su agradable asiento, como por la limpieza,
suntuosos edificios, fresco río y apacibles calles. Estuvo en ella cuatro días,
y luego se partió a Roma, reina de las ciudades y señora del mundo. Visitó sus
templos, adoró sus reliquias y admiró su grandeza y así como por las uñas del
león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad, así él sacó la de
Roma por sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, por sus rotos
arcos y derribadas termas, por sus magníficos pórticos y anfiteatros grandes…”
El licenciado Vidriera
El licenciado Vidriera
Una
noble forma de ganarse la vida
Pero pronto abraza la carrera de las armas, en una fecha incierta,
aunque parece situarse en el verano de 1571, alistándose en la compañía de
Diego de Urbina, en la que ya militaba su hermano Rodrigo. Esta determinación,
tomada en el momento en que la Armada de la Santa Liga, a las órdenes de don
Juan de Austria, va a hacer frente a la amenaza turca, acrecentada por la
conquista de Chipre, le lleva a embarcarse en la galera Marquesa, llegando a
combatir -«muy valientemente», al decir de sus compañeros- en la
batalla de Lepanto. En esta circunstancia, a pesar de padecer calentura, se
niega a «meterse so cubierta», ya que «más quería morir peleando por Dios e por su rey»; y, en
el puesto de combate que se le asigna -el lugar del esquife-, situado en la
popa del navío y particularmente peligroso, recibe dos disparos de arcabuz en
el pecho, en tanto que un tercero le hace perder el uso de la mano izquierda;
de ahí el sobrenombre que le daría la posteridad: «El manco de Lepanto».
El mismo Cervantes evocaría, orgulloso contra
Avellaneda, el suceso en el prólogo al Quijote de
1615:
Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de
viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que
no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en
la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan
ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las
mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se
cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la
fuga; y es esto en mí de manera, que si ahora me propusieran y facilitaran un
imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que
sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella.”
Cinco
años secuestrado
Una vez recuperado de sus
heridas en Mesina, Cervantes toma parte de diversas acciones militares con
desigual fortuna, en 1572 y 1573, por don Juan de Austria en Navarino, Corfú y
Túnez. Finalmente, decide regresar a España para conseguir el premio de
sus servicios, con cartas de recomendación de don Juan y del duque de Sessa.
El
26 de septiembre de 1575, la galera Sol, en la que había embarcado semanas
antes, cae en manos del corsario Arnaut Mamí, a la altura de las costas
catalanas, no lejos de Cadaqués. Llevado a Argel como esclavo, Cervantes
padece un cautiverio de cinco años que dejará profunda huella en su obra, y muy
especialmente en sus comedias de ambiente argelino —Los tratos de Argel y Los baños de Argel— así como en el cuento del
Cautivo, interpolado en la primera parte del Quijote.
Conocemos
el cautiverio de Cervantes gracias a las declaraciones que, en 1578 y 1580, se
hicieron a petición de Cervantes, las cuales recogen informaciones de amigos y
compañeros de milicia y esclavitud; gracias también a las pruebas que se
conservan de las gestiones emprendidas por la familia de Miguel para obtener su
rescate y el de su hermano; gracias, por último, a los datos que nos facilita
la Topographia e historia general de Argel, publicada
en 1612 por fray Diego de Haedo, que, posteriormente se ha atribuido al doctor
Antonio Sosa, compañero de Miguel de Cervantes, e incluso al propio Cervantes,
donde se nos dice que del cautiverio y las hazañas del manco de Lepanto “pudiera hacerse particular historia”
Entre
estas hazañas cabe destacar sus cuatro intentos frustrados de evasión, dos por
tierra y dos por mar, en las cuales siempre quiso asumir la responsabilidad. La
última vez, en noviembre de 1579, es denunciado por el doctor Juan Blanco de
Paz, y comparece ante Hazán Bajá, rey de Argel, que tenía fama de vengativo y
cruel. Sorprendentemente, no es condenado a muerte, probablemente por la
colaboración de Cervantes en los contactos de paz que los turcos intentaron
establecer con Felipe II, por medio de un esclavo renegado, llamado Agi Morato,
incorporado más tarde por el escritor a sus ficciones.
Finalmente,
mientras su familia realiza grandes esfuerzos por conseguir su libertad, es
rescatado el 19 de septiembre de 1580, al precio de 500 ducados, por los padres
trinitarios.
Sin reconocimientos por su trabajo
Tras
ser liberado de su cautiverio en Argel, Cervantes intentó integrarse en la
sociedad haciendo valer sus méritos de guerra por haber participado en la
batalla de Lepanto. Sin embargo, las autoridades no reconocieron esos méritos.
Tan solo le encargaron en 1581 una breve misión a Orán, donde se entrevista con
el alcaide de Mostagán y cuya finalidad exacta se ignora.
Cervantes y el amor…
Al volver a Madrid, inicia
una vida marcada por varios episodios íntimos: unos presuntos amores con Ana
Franca de Rojas, esposa de un tabernero, que le dará una hija natural, Isabel,
nacida en otoño de 1584; en diciembre de ese año, contrae matrimonio con
Catalina de Salazar, diecinueve años más joven que Cervantes e hija de un
hidalgo recién fallecido de Esquivias. Pronto la deja en el pueblo para
buscarse la vida por España.
En 1601, Felipe III fija la
corte en Valladolid y en 1604 allá van los Cervantes a ganarse la vida.
Catalina liquida la herencia materna en provecho de sus hermanos y acompaña a
Cervantes a la nueva capital. Ya no se separarán hasta su muerte. Las
condiciones de vida no fueron nada buenas: vivían en un cuchitril a orillas del
Esgueva. En 1606 se asientan en Madrid con el nuevo cambio de Corte.
Catalina morirá en 1620.
Las mujeres de Cervantes
Ana Franca: su misteriosa amante
Es
una de las mujeres misteriosas en la vida de Cervantes, con la que tuvo una
hija, Isabel. Si la relación con ella es cierta, debió de empezar hacia 1584
porque en los sucesos de Valladolid, 1605, su hija Isabel confiesa tener 20
años.
Algunos
investigadores afirman que Isabel era, en realidad, hija natural de Magdalena,
la hermana de Cervantes. En todo caso, Magdalena asumirá el cuidado de Isabel,
que se llamará Isabel de Saavedra, nieta del Licenciado Juan de Cervantes.
Isabel formará parte del clan de los Cervantes y seguirá las andanzas de sus
tías y de su prima Constanza, la hija de Andrea.
Leonor de Cortinas, una madre coraje…
La madre de Cervantes se entregó en cuerpo y alma para liberarlo del
cautiverio de Argel. En 1576 se dirigió al Consejo de la Cruzada y, haciéndose
pasar por viuda, solicitó un préstamo de 60 ducados. Y en 1578 pidió permiso al
Consejo de Guerra para participar en una operación comercial que le permitiera
liberar a sus hijos. En 1579, Leonor de Cortinas, falsa viuda de nuevo, entrega
al trinitario Fray Juan Gil 300 ducados: todo lo que habían podido reunir. El
trinitario aportará los 200 restantes del fondo general ante la imposibilidad
de rescatar a otro cautivo por el que piden mil ducados.
Las hermanas de Cervantes
Ninguna de las hermanas de
Cervantes se casó. Dos de ellas llevaron una vida liberal y se convirtieron en
amantes de hombres ricos que las mantenían. Cervantes asumió la forma de
vida de sus hermanas con toda la dignidad del mundo y nunca puso ninguna
traba al desarrollo de su actividad. Antes bien, contribuyó a ello, entendiendo
que era su voluntad y que la voluntad de la mujer, como la del hombre, debe ser
respetada.
Andrea
y Magdalena: las hermanas liberales
La
primera aventura amorosa de Andrea en Sevilla tendrá unas notables
consecuencias para la familia Cervantes y será el inicio de una larga vida en
la que la relación con los hombres se convierte en un negocio para la
subsistencia. El noble Nicolás de Obando se enamoró de Andrea y le pidió
matrimonio. De esta relación nacerá Constanza, pero el compromiso de matrimonio
se rompe y Andrea pide una notable compensación económica.
En
1568, ya en Madrid, Andrea mantiene relaciones con un rico genovés, Juan
Francisco Locadelo, de quien recibirá nuevas dádivas. En los papeles, su
profesión es la de costurera.
Una
de las aventuras más largas es la que mantiene, junto con Magdalena, con los
hermanos Portocarrero, Alonso y Pedro. Magdalena tiene solo 17 años. Ellas
serán las que aporten la mayor parte del dinero que liberará a Miguel y a
Francisco de su secuestro en Argel.
Luisa:
la hermana monja
Luisa
profesó como monja carmelita en 1565 con el nombre de sor Luisa Belén, en el
convento de la Imagen de Alcalá. Allí permanecerá el resto de su vida y allí
fue elegida Superiora en 1593 y 1596 y Priora en 1617 y 1620.
Retorno a las letras
Durante estos años se sientan las bases de una
auténtica industria del espectáculo promovida por las cofradías de beneficencia
que mantienen hospicios y hospitales con las ganancias de los ingresos por
espectáculos. Este impulso favorece la construcción de salas permanentes: los
corrales de comedias. Allí empiezan a representarse las primeras obras de
Cervantes, de las que nos han llegado dos en copias manuscritas: El trato de Argel y La Numancia. Por otra
parte, se ignora el paradero de las veinte o treinta comedias que Cervantes
declara haber compuesto por aquellos años.
El mismo Cervantes explica en el prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses, ya en 1615, cuál
fue el final de sus intentos teatrales:
“Y esto es verdad que no se me puede contradecir, y
aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los
teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse; La
destruición de Numancia y La batalla naval, donde me atreví a reducir las
comedias a tres jornadas, de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui
el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del
alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los
oyentes; compuse en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas
ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa
arrojadiza; corrieron su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas. Tuve otras
cosas en que ocuparme; dejé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo
de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzóse con la monarquía cómica; avasalló
y puso debajo de su juridición a todos los farsantes; llenó el mundo de
comedias proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que pasan de diez mil
pliegos los que tiene escritos, y todas (que es una de las mayores cosas que
puede decirse) las ha visto representar, o oído decir, por lo menos, que se han
representado; y si algunos, que hay muchos, han querido entrar a la parte y
gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad
de lo que él sólo.”
Prólogo de las Ocho comedias y ocho entremeses
La
Galatea
De modo simultáneo, redacta la Primera parte de la Galatea, dividida en seis
libros y que, en marzo de 1585, sale de las prensas al cuidado del librero Blas
de Robles: un hito significativo en la trayectoria de la narrativa pastoril,
inaugurada a mediados del siglo XVI por La Diana de
Montemayor. La Galatea es más que una
obra de mero principiante: expresa en una mezcla de prosa y versos
intercalados, a través de la búsqueda de una imposible armonía de almas y
cuerpos, el sueño de la «Edad de Oro».
Cervantes, años más tarde, recordará con ironía los
tópicos del género en El Coloquio de los perros —ambiente bucólico, eterna primavera, quejas
del amante que se enfrenta con la indiferencia de la amada— :
“Digo que todos los pensamientos que he dicho, y
muchos más, me causaron ver los diferentes tratos y ejercicios que mis
pastores, y todos los demás de aquella marina, tenían de aquellos que había
oído leer que tenían los pastores de los libros; porque si los míos cantaban,
no eran canciones acordadas y bien compuestas, sino un «Cata el lobo dó va,
Juanica» y otras cosas semejantes; y esto no al son de chirumbelas, rabeles o
gaitas, sino al que hacía el dar un cayado con otro o al de algunas tejuelas
puestas entre los dedos; y no con voces delicadas, sonoras y admirables, sino
con voces roncas, que, solas o juntas, parecía, no que cantaban, sino que
gritaban o gruñían. Lo más del día se les pasaba espulgándose o remendando sus
abarcas; ni entre ellos se nombraban Amarilis, Fílidas, Galateas y Dianas, ni
había Lisardos, Lausos, Jacintos ni Riselos; todos eran Antones, Domingos,
Pablos o Llorentes; por donde vine a entender lo que pienso que deben de creer
todos: que todos aquellos libros son cosas soñadas y bien escritas para
entretenimiento de los ociosos, y no verdad alguna; que, a serlo, entre mis
pastores hubiera alguna reliquia de aquella felicísima vida, y de aquellos
amenos prados, espaciosas selvas, sagrados montes, hermosos jardines, arroyos
claros y cristalinas fuentes, y de aquellos tan honestos cuanto bien declarados
requiebros, y de aquel desmayarse aquí el pastor, allí la pastora, acullá
resonar la zampoña del uno, acá el caramillo del otro.”
Comisiones
andaluzas
A
principios de junio de 1586, Cervantes se encuentra en Sevilla, tras
despedirse de su mujer en circunstancias mal conocidas. Aprovecha los
preparativos de la expedición naval contra Inglaterra, decretada por Felipe II,
para conseguir un empleo de comisario, encargado del suministro de trigo y
aceite a la flota, bajo las órdenes del comisario general Antonio de Guevara.
Recorre
los caminos de Andalucía para proceder a las requisas correspondiente, muy mal
recibidas por campesinos ricos y canónigos prebendados, aún más reticentes
después del desastre, en el verano de 1588, de la Armada Invencible.
Decidido a emigrar a América
Deseoso de conseguir un oficio en el Nuevo Mundo,
presenta el 21 de mayo de 1590, acompañada con su hoja de servicios, una
demanda al Presidente del Consejo de Indias, destinada al Rey. En ella
menciona, entre «los tres o cuatro que al presente están vaccos», «la
contaduría del nuevo reyno de Granada», la «gobernación de la provincia de
Soconusco en Guatimala», el de «contador de la galeras de Cartagena» y el de
«corregidor de la ciudad de la Paz», concluyendo que «con qualquiera de estos
officios que V. M. le haga merced, la resçiuirá, porque es hombre auil y
suffiçiente y benemérito para que V. M. le haga merced». El 6 de junio, el
doctor Núñez Morquecho, relator del Consejo, inserta al margen del documento
una negativa expresada en los siguientes términos: «Busque por acá en que se le haga merced».
La fascinación por Sevilla
Sevilla ejerce sobre Cervantes una fascinación
que contribuye a explicar sus prolongadas estancias allí, lejos de
Esquivias y de su esposa: acumula de esta forma un rico caudal de experiencias,
aprovechado en la elaboración de sus obras de ambiente sevillano, como la
comedia de El Rufián dichoso o, entre
las Novelas ejemplares, El Celoso extremeño, Rinconete y
Cortadillo y El coloquio de los perros.
Por lo que se refiere a su actividad de escritor, los pocos indicios de que
disponemos —si se hace caso omiso de la historia del Cautivo, probablemente
redactada hacia 1590 e incluida ulteriormente en la Primera parte del Quijote— son alguna que otra
poesía de circunstancia y el contrato (a todas luces no cumplido), firmado en
1592 con Rodrigo Osorio, autor de comedias, por el que se comprometía a
componer seis comedias «en los tiempos que pudiere».
Nuevos datos sobre Cervantes… y otra mujer
misteriosa
Recientemente,
el investigador José Cabello Núñez ha encontrado cuatro documentos relacionados
con Cervantes en archivos de Sevilla y de La Puebla de Cazalla (Sevilla).
En
uno de los documentos, fechado en marzo de 1593, se presenta un convenio entre
Cervantes y el Ayuntamiento de La Puebla de Cazalla para efectuar la requisa de
trigo y cebada como comisario de la Hacienda Real. Hasta ahora, se creía que en
esta época Cervantes andaba por Sevilla sin ejercer ninguna actividad.
Otro
documento deja constancia de que el salario de Cervantes era entregado a una
mujer llamada Magdalena Enríquez. Un poder notarial, firmado por el propio
Cervantes, facultaba a Magdalena Enríquez para cobrar sus honorarios como
comisario de Abastos.
Francisco
Rico quita importancia a esta mujer, ya que al ser bizcochera (fabricante del
bizcocho: una especie de galleta que servía de alimento a los condenados a
galeras), pudo tener una relación puramente comercial con Cervantes, quien le
pidió que cobrara sus honorarios, al tener que partir a otra comisión.
Primer encarcelamiento
En
agosto de 1594 se ofrece a Miguel de Cervantes una nueva comisión que lo lleva
a recorrer el reino de Granada, con el fin de recaudar dos millones y medio de
maravedís de atrasos de cuentas.
Cuando
regresa a Sevilla, se produce la bancarrota del negociante Simón Freire, en
cuya casa había depositado Cervantes las cantidades recaudadas. Su fiador, el
sospechoso Francisco Suárez Gasco, pide su comparecencia, pero el juez Vallejo
lo envía directamente a la cárcel real de Sevilla, cometiendo, por torpeza o
por malicia, un auténtico abuso de poder.
Su
estancia en la cárcel se prolongó varios meses y le dio ocasión a tener un
trato prolongado con el mundo variopinto del hampa, verdadera sociedad paralela
con su jerarquía, sus reglas y su jerga.
No
conocemos la fecha exacta en que Cervantes recobró la libertad. Pero
conservamos la respuesta del rey a su demanda, por la que conminaba al
juez Vallejo a soltar al prisionero para que se presentara en Madrid en un plazo
de treinta días. No se sabe si éste cumplió el mandamiento, pero Cervantes se
despidió definitivamente de Sevilla en el verano de 1600, en el momento en que
baja a Andalucía la terrible peste negra que, un año antes, había diezmado
Castilla.
El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha
Se
ignora casi todo de la vida de Cervantes durante los años en los que
redacta la Primera parte del Quijote.
En agosto de 1600 queda
atestiguada su presencia en Toledo. En enero de 1602 se sabe que estuvo
en Esquivias en el bautismo de la hija de un matrimonio amigo. En el verano de
1604 se trasladó con su mujer a Valladolid, donde se reúne con sus hermanas y
su hija Isabel. Allí encuentra al editor Francisco de Robles y consigue, el 26
de septiembre, el privilegio real que necesitaba para publicar su nuevo libro.
En
los últimos días de diciembre de 1604 sale El Quijote de
las prensas madrileñas de Juan de la Cuesta, y muy pronto se observan los
primeros indicios de su éxito.
Cervantes obtiene en marzo un nuevo privilegio para publicar en Portugal
y Aragón; se publican en Lisboa dos ediciones piratas y una segunda edición
madrileña aparece en verano. Mientras tanto, los primeros cargamentos de la
primera edición son registrados en Sevilla y enviados a las Indias. Por estas
mismas fechas, don Quijote y Sancho aparecen por todas partes en los cortejos,
bailes y mascaradas organizados durante las fiestas dadas en honor del
embajador inglés, lord Howard, con motivo de la ratificación de las paces
firmadas el año anterior con el rey Jacobo I.
En la Villa y Corte
Cervantes
regresa a Madrid, de donde apenas saldrá, excepto para breves estancias en
Alcalá y Esquivias. La única circunstancia en la que su destino estuvo a punto
de tomar otro rumbo fue, en la primavera de 1610, el nombramiento del conde de
Lemos, protector suyo, como virrey de Nápoles. Cervantes, como Góngora, abrigó
el sueño de formar parte de su corte literaria y, al parecer, pudo desplazarse
a Barcelona para defender sus pretensiones. Pero no logró nada.
Varios
acontecimientos de índole familiar marcan la vida del escritor durante estos
años: desavenencias con su hija y luego una terrible sucesión de muertes: la de
su hermana Andrea, la de su nieta Isabel y la de Magdalena, su hermana menor.
Todas
estas desgracias le llevaron a acercarse a la Iglesia.
El retorno definitivo a las letras
Lo
que más llama la atención durante estos años es el retorno definitivo del
escritor a las letras, en un momento en que su fama empieza a extenderse más
allá de los Pirineos. Participa en las justas literarias que se celebran en la
Academia Selvaje, fundada por don Francisco de Silva y Mendoza.
Mientras, salen a luz nuevas ediciones del Quijote —en Bruselas en 1607, en Madrid en
1608—, Thomas Shelton traduce el Quijote al
inglés y César Oudin comienza a traducirlo al francés.
Entretanto, Cervantes acaba de componer las doce obras
que van a formar la colección de las Novelas ejemplares,
que se publican en julio de 1612. Nada más salir de la imprenta, las Novelas ejemplares tuvieron un éxito
fulgurante tanto en España como en el extranjero, donde las Novelas se convirtieron en el libro de
cabecera de los que querían aprender español
Contemporáneo de las Novelas es el Viaje del Parnaso, publicado en noviembre de 1614,
donde nos describe un viaje imaginario del autor desde Madrid a Grecia, donde
presta ayuda a Apolo para desbaratar un ejército de poetastros, antes de volver
a Nápoles y encontrarse finalmente en Madrid, donde descubre que todo fue un
sueño.
Entretanto,
en Madrid se vive una auténtica pasión por el teatro, con Lope de Vega
convertido en ídolo del vulgo y de los discretos. Cervantes piensa que el éxito
de Lope se debe a su habilidad para los negocios y su capacidad para adaptarse
al gusto reinante.
Las reticencias de Cervantes ante la comedia lopesca
explican el rechazo de los autores de comedias a incorporar a su repertorio sus
obras y su consiguiente decisión de publicar sus Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados.
Avellaneda
Parece que desde su regreso a Madrid, Cervantes
comienza la continuación de las aventuras de don Quijote y Sancho. En el
prólogo a las Novelas ejemplares, redactado en
1612, ya habla de que está terminando la obra. Durante el verano de 1614
escribió al menos 23 capítulos. Es entonces cuando aparece en Tarragona,
el Segundo tomo de las aventuras del ingenioso hidalgo
Don Quixote de la Mancha, compuesto por el licenciado Alonso
Fernández de Avellaneda, natural de Tordesillas.
Este Quijote apócrifo
era productor de una superchería, corroborada por una cascada de
falsificaciones. Además, el nombre de Avellaneda no era más que una máscara,
tras la que se escondía un desconocido que, hasta la fecha no se ha podido
identificar.
Sea quien fuere el autor de la obra, el prólogo de
Avellaneda, atribuido por algunos a Lope de Vega, hirió profundamente a
Cervantes, al invitarle a bajar los humos y mostrar mayor modestia, además de
burlarse de su edad y acusarle, sobre todo, de tener “más lengua que manos”, concluyendo con la siguiente
advertencia: “Conténtese con su Galatea y comedias en
prosa, que eso son las más de sus Novelas: no nos canse”.
Cervantes
contestó con dignidad a estas acusaciones: primero, reivindica en el prólogo su
manquedad; luego, en la misma narración, hace que don Quijote llegue a hojear
el libro de Avellaneda, al coincidir en una venta con dos de sus lectores,
decepcionados por las necedades que acaban de leer; por fin, incorpora a la
trama del suyo a don Álvaro de Tarfe, uno de los personajes inventados por el
plagiario, dándole la oportunidad para conocer al verdadero don Quijote y
comprender que el héroe de Avellaneda se hizo pasar por él.
Segunda parte del ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha
En enero de 1615, quedan concluidos los últimos
capítulos del libro. En los últimos días de noviembre sale a la luz la Segunda parte del Ingenioso caballero don Quijote de la Mancha,
que lleva a la novela a su perfección, asegurándole una consagración inmediata,
confirmada en adelante por la posterioridad
Viejo, soldado, hidalgo y pobre… últimos
días de Cervantes
Una
visita de unos caballeros franceses que acompañaban al embajador Sillery,
enviado a España para negociar la unión de Luis XIII con Ana de Austria, nos da
una idea de la fama de Cervantes más allá de nuestras fronteras. Nos lo cuenta
Francisco Márquez Torres, censor de la Segunda parte:
“Apenas oyeron el nombre de
Miguel de Cervantes, cuando comenzaron a hacer lenguas, encareciendo la
estimación que así en Francia como en los reinos sus confinantes se tenía de
sus obras: la Galatea, que alguno dellos tiene casi de memoria, la
primera parte désta, y las Novelas […] Preguntáronme muy por
menor de su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado
a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre”.
El Persiles
Durante los últimos meses de su vida, Cervantes
dedicará las pocas fuerzas que le quedan a concluir Los trabajos de Persiles y Sigismunda, novela
cortada por el patrón de la novela griega. Tras prometer el Persiles año tras año, Cervantes concluye su
redacción cuatro días antes de su muerte. Será la viuda la que entregue el
manuscrito póstumo, en enero de 1617.
No sabemos si Cervantes llegó a concretar otros
proyectos, de los que dan cuenta prólogos y dedicatorias: la comedia El engaño a los ojos; la novela, El famoso Bernardo; una colección de novelas, Las semanas del jardín y la prometida segunda
parte de La Galatea.
“Adiós,
gracias; adiós, donaires; adiós, regocijados amigos…”
Algunas de las anécdotas relativas a sus últimos
momentos no resisten la revisión del tiempo. El 18 de abril recibe los últimos
sacramentos y Cervantes sabe ya que se está muriendo. La sed inextinguible que
él mismo confiesa nos remite a una posible diabetes, enfermedad mortal en la
época. Al día siguiente de la ceremonia, aprovecha un breve respiro para
dirigir al conde de Lemos una admirable dedicatoria. El 20 de abril, dicta de
un tirón el prólogo del Persiles y
concluye dirigiéndose al lector:
“Mi vida
se va acabando y al paso de las efemérides de mis pulsos, que, a más tardar,
acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida […]. Adiós gracias;
adiós donaires; adiós, regocijados amigos: que yo me voy muriendo, y deseando
veros presto contentos en la otra vida.”
El viernes, 22 de abril, Miguel de Cervantes muere. Al
día siguiente, en los registros de San Sebastián, su parroquia, se consigna su
muerte, el sábado 23, día de su entierro. Fue enterrado en el convento de las
Trinitarias, aunque sus restos fueron dispersados en la reconstrucción del
convento. Su testamento se perdió. Quedan las obras de este “raro inventor”,
como él mismo se llama en el Viaje del Parnaso,
a quien el Quijote le valió entrar en
la leyenda.
Capítulo 1: "La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura"
ResponderEliminarEs una cita muy enrevesada, la cual Don Quijote de la Mancha le dio muchas vueltas y, frases como estas, le hicieron perder la cordura
Capitulo 2: " ¡Vosotros, soez y baja canalla, venid y atacadme, que ya veréis el pago que recibís!".
ResponderEliminarEn este fragmento se expresa la locura que tenia en su interior don Quijote, la cual venia de todos aquellos libros de caballerias que habia leido y ahora el queria recrear.
Capítulo 4: "Ese Cervantes es gran amigo mío, y sé que sabe más de desgracias que de versos."
ResponderEliminarCuando están tratando de remediar la locura de don Quijote quemando los libros de caballerías , Miguel de Cervantes aprovecha para nombrar una de sus obras "La Galatea" y se incluye a sí mismo como un personaje humilde en el espacio temporal de la novela, amigo del cura que dice la frase destacada.
Capítulo 14: "Yo creo que la perfección de lo que se escribe consiste en la verosimilitud y en la imitación de la realidad." Esta frase la dijo el canónigo en un breve debate con el cura de por qué no creía que eran buenos los libros de caballerías y, en este caso, resultaban perjudiciales para los lectores, ya que por este tipo de novelas podían perder la cordura, como le ocurrió a don Quijote. Los novelas de caballerías eran, por aquellos tiempos, un género innovador y diferente a todo lo que se había escrito, porque antes sólo se escribían novelas realistas ambientadas en los pueblos y de historias que podían ocurrir en la realidad, de ahí que al hidalgo le resultaran tan fascinantes y estuviera deseando imitarlas.
EliminarCapítulo 5: "Calla amigo -respondió don Quijote- que mayores secretos pienso enseñarte." Es la respuesta que le da don Quijote a Sancho cuando este le pide la receta del bálsamo que usaban los caballeros para curarse las heridas.
ResponderEliminarEsta cita queda demostrada a lo largo de toda la novela ya que es una historia en la que abundan las enseñanzas, de Quijote a Sancho y viceversa. Creo que es una cita importante porque de esta forma don Quijote despertó más curiosidad en Sancho.
EliminarCapítulo 6: "Si la comida es buena, me da lo mismo comer de pie y a solas que sentada al lado de un emperador.'' Don Quijote le invita a Sancho Panza a comer de su plato y a beber de su copa. El escudero le responde de una manera ingeniosa y muy a su estilo.
ResponderEliminarCapítulo 7: "Yo creo, Sancho, que este mal te viene por no haber sido armado caballero. Creo que este licor no aprovecha a los que no lo son." Don Quijote lo que da a entender que Sancho no ha mejorado tras recibir una paliza y tomarse el licor de los caballeros que todo lo sana porque no es caballero mas que un simple vasallo, y se lo dice de tal manera para que este no esté enfadado.
ResponderEliminarCapítulo 8: "Sancho amigo,yo soy aquel para quien están guardadas las grandes hazañas y los valerosos hechos."
ResponderEliminarDon Quijote de la Mancha, se realza, como los caballeros en los famosos libros de caballería que hicieron enloquecer a Quijote. En este punto, se entiende que Don Quijote de la Mancha quiere ser un caballero que sea recordado en la historia, por lo que alza su voz diciendo esta frase. Además, el conocer a Sancho Panza, le hace perder más la cabeza, al creerse aún más que es un caballero con un escudero fiel. Añadido a esto, Sancho Panza se cree las palabras de su "amo", aumentando, más si cabe, la locura de Don Quijote de la Mancha.
Capítulo 10: "¡Oh solitarios árboles, haced compañía a mi soledad!"
ResponderEliminarEn esta frase Don Quijote nos habla de su amor por Dulcinea del Toboso, ya que al no estar con ella, él esta pensando en ella mientras ocurren sus andanzas. A pesar de estar acompañado de Sancho, su fiel escudero, se refiere con su soledad a que Dulcinea no está con el acompañándole por lo que él desea que ella este a su lado.
(Álvaro Vela)
EliminarCapítulo 11: "Por amor de Dios, señor caballero andante, que si otra vez me encuentra, aunque vea que me hacen pedazos, no me socorra ni ayude"
ResponderEliminarEsto se lo dice Andrés a Don Quijote, un chaval que había encontrado Don Quijote mientras el amo de Andrés, ato a Andrés y le azotaba ya que el se había quejado de que le pagaba muy poco. Cuando Don quijote se acerca amenaza al amo y le dice que le de su palabra de que no le va a azotar mas y le va a pagar más, esté acepta por miedo y cuando Don Quijote se va, el amo le azota más fuerte que antes. Por esto Andrés le dice que por mucho que le hagan no le ayude, porque si Don Quijote le ayuda, le harán algo peor sí o sí.
Capitulo 12: "alta y fermosa señora, desde hoy nadie os podrá hacer mal. He cumplido mi promesa".
ResponderEliminarComo anteriormente, don Quijote esta ido y se encuentra en un mundo diferente al de los demás, por ello piensa que esta delante de la princesa Micomicona, que tanto tiempo llevaba intentando salvarla y le dedica estas palabras después de luchar contra el gigante que la tenía encerrada, que eran los cueros de vino contra los que habia luchado, y vencerlo para así liberarla.
Capítulo 4: ``Ya no hay aposentos ni libros, porque todo se lo llevó el diablo´´
ResponderEliminarEsta cita se refiere al momento en el que el ama, el cura y la sobrina habían quemado los libros de Don Quijote mientras este dormía. Al despertar este va en busca de sus libros pero no los encuentra y vio que la habitación en la que estos estaban había desaparecido. Ante las preguntas del Quijote acerca de ¿Qué había pasado? Le contesta el ama con esta frase y la sobrina le replica diciéndole que no era el diablo quien había hecho que desaparecieran los libros, si no un encantador.
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ResponderEliminarCapítulo 1 : "Yo soy el gigante Caracuñiambro señor de la ínsula Malandrines a quien venció el jamás como se debe alabando caballero don Quijote de la Mancha"
ResponderEliminarÉl llama ínsula a las islas imitando el estilo de caballerías y usa esta frase para decir que va a vencer a un gigante.
Capítulo 3: ``Dichosa tú, Dulcinea del Toboso, la más bella de las bellas, porque tienes rendido a tu voluntad al valiente y nombrado caballero don Quijote de la Mancha´´
ResponderEliminarEste fragmento es mi favorito de este capítulo porque me gusta en la forma en la que el protagonista habla sobre la suerte que tiene Dulcinea porque un caballero llamado don Quijote esté enamorado de ella, es decir habla de sí mismo en tercera persona.
capítulo 2: "-Non fuyan, altas doncellas, ni teman desaguisado alguno."
ResponderEliminarEn esta escena se puede apreciar la locura de Don Quijote ya que no es capaz de distinguir entre remeras y doncellas ya que la locura le ciega. Las remeras al oír que las llamaban doncellas se ríen ya que es una cosa muy fuera de su trabajo, lo que hace enfadar a Don Quijote.
Capitulo 5 Segunda parte
ResponderEliminar"El amor y la guerra son una misma cosa y si en la guerra son lícitas las trampas y estratagemas para vencer al enemigo, en las contiendas amorosas se tienen por buenos los embustes y mañas para conseguir el fin deseado, con tal de no deshonrar la cosa amada.
En resumen viene a decir que en el amor y en la guerra todo vale, que en la guerra cualquier estrategia para vencer al enemigo es buena pues en el amor cualquier truco o estrategia para salirte con la tuya y conseguir a tu amad@ también es valido
Capitulo 4 Segunda parte
ResponderEliminar"Don Quijote está loco y nosotros cuerdos, pero él se va sano y riendo, y vuestra merced queda molido y triste".
Esta frase es mi favorita del capítulo ya que demuestra que nada tiene que ver su locura, que lo importante en la lucha es la sabiduría y experiencia y en eso Don Quijote va sobrado en comparación de Sansón Carrasco.
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ResponderEliminarCapítulo 6 de la Segunda Parte :
ResponderEliminar"Pero tenéis aquí, en vuestra presencia, al gran caballero Don Quijote de la Mancha, que ha resucitado la olvidada caballería andante por cuyo medio podría ser que nosotros fuésemos desencantados. Y si no es así, respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada, paciencia y barajar."
He elegido elegido esta parte ya que Cervantes hace referencia tanto a los libros de caballería de los que tanto se reía y acometía contra ellos por su aborrecimiento en la época como también por su conocimiento ya que al decir ``paciencia y barajar´´ se descubre gracias a la intervención del personaje del humanista en ese capítulo que ya en tiempos de Carlomagno se usaban los naipes.
Capitulo 11 de la segunda parte:
ResponderEliminar"No he encontrado otra maleta con cien escudos como la de aquella vez, pero no te de pena, Teresa mía, que tú has de ser rica y de buena ventura. Que Dios te bendiga, y a mi me guarde para servirte."
He elegido este párrafo porque es un fragmento de la carta que Sancho Panza le escribe a su mujer Teresa después de mucho tiempo sin verla, este se la muestra a la duquesa y esta le dice que su codicia romperá el saco ya que tiene aires de adinerado sin en un principio tener nada. Me gusta este fragmento por la ilusión y el amor con el que escribe la carta
(Angela Roger)
EliminarAiman Arjoune
ResponderEliminarCapitulo 8 (Primera parte)
¨Sábete, Sancho que el maligno encantador que me persigue envidia la gloria que yo iba a alcanzar y por eso ha cambiado los escuadrones de enemigos en rebaños de ovejas¨
Quijote es un gran fan de los libros de caballerías así que este termina cegado por ellos, es decir empieza a meterse en el papel de ser un caballero y ¨deja¨de lado la realidad. Al creer que es un gran caballero, supuestamente pare el todo el mundo lo envidia y le desean lo peor.
Este fragmento se encuentra en la pagina 98.
Capítulo 10, segunda parte
ResponderEliminar¡Oh malaventurado escudero,corazón de alcornoque! Si te mandaran arrojarte al suelo desde una alta torre, o comerte una docena de sapos y tres culebras, o matar a tu mujer y a tus hijos, no sería raro que te negaras, pero darte tres mil trescientos azotes, que no hay niño de colegio que no se los lleve al mes...
He elegido estas frases porque Sancho siempre acaba pagandola, en este caso para desencantar a Dulcinea tiene que recibir tres mil trescientos azotes, al principió Sancho se niega pero después accede y Don Quijote se lo agradece.
Capítulo 7, primera parte
ResponderEliminarA la hora convenida, asomó a la puerta la asturiana, en camisa y descalza. Entró con pasos prudentes, buscando a tientas, con las manos hacia delante, a su querido arriero. Al verla, don Quijote se sentó en la cama a pesar del dolor de sus costillas, le tendió los brazos para recibirla, la asió de una muñeca, tiró hacia sí y la hizo sentar a su lado sin que ella oase hablar palabra.
He elegido este fragmento ya que Don Quijote se piensa que la dama le quiere y él como noble caballero no le puede rechazar, y con lo loco que está se piensa que la asturiana es muy bella y tiene características de una doncella pero es todo al contrario.
Capitulo 2, segunda parte.
ResponderEliminar"Aunque, si le digo la verdad, señor, yo nunca vi su fealdad, sino su hermosura, pues vuestra Dulcinea tenía sobre el labio un lunar con siete cabellos rubios como hebras de oro a manera de bigote". Esta frase la dice Sancho Panza cuando se encuentran con "Dulcinea", que en realidad es una aldeana, y nos muestra los distintos estatus de belleza, pues a lo que Don Quijote le parece horrendo, para Sancho es perfecto.